
Estar viviendo un momento de tu vida que no esperabas, es nuestro denominador común. Hacer planes ya no sirve, realmente siempre sirvió de poco, pero en estos tiempos, parece incluso absurdo. El futuro es incierto, y nunca fue de otra manera, pero en estas circunstancias se me antoja, si cabe, mucho más aún.
Sentirme abrumada, desconcertada, perdida, son sentimientos que ya casi no me sorprenden. Me he acostumbrado tanto a la incertidumbre como a los cambios…. Que ya creo no entender mi vida sin ellos. Hacerse a la incomodidad de la falta de rutina. Ya no se cuál es ni dónde está “mi casa”. Me siento bien y mal. A veces tengo tanto enfado en mi que no se cómo manejarlo, gestionarlo, expulsarlo. Otras asumo el transcurso de los acontecimientos negativos como algo natural de la realidad en la que vivo. ¿Estoy en Matrix?
Casi no me reconozco, y eso, en parte también, me asusta. ¿Es que ya no me afecta nada? ¿Me estaré convirtiendo en un ser insensible? ¿Será un mecanismo de autoprotección? ¿O es que realmente uno aprenda a adaptarse? ¿¿Pero a adaptarse a lo malo?? ¿Tiene sentido algo de lo que digo… o me estoy volviendo loca?
La distancia te da perspectiva. El volver a tomar estrecho contacto con todo aquello que en su día era tu vida y que ahora, años después, te encuentras retomando… Te envuelve en cientos de sentimientos encontrados… Te trae el replantearte tanto, sin tú haberlo tenido planeado… Te hace darte cuenta de cómo y cuánto has cambiado. O quizás te descubres a ti misma, a la persona que eras antes y que, en realidad, aún sigues siendo. Es muy raro. Y asusta.
…
Hoy, me digo que todo saldrá bien. Que hay que seguir hacia delante, sin dudar, sin parar… Sólo, para coger impulso.
♥️
Pues estamos igual. La pregunta esa de la locura también me la hago todos los días. Lo único claro es que hay que seguir para delante. No hay muchos más caminos.
Vamos! 😊
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