Ahora bien, este dichoso virus está por conocer, como todos sabemos, y prácticamente ningún país estaba preparado para enfrentarse a esta situación. Es todo nuevo y desconocido. Por eso mismo, se están produciendo estos cambios constantes en la información y por ende, en las medidas a llevar a cabo. Sinceramente digo que no entiendo el desconcierto generalizado o la molestia que genera este fluir de cambios. Si cada día sabemos un poquito más, deberíamos celebrarlo.
Si hay algo en lo que siento, veo y creo que seguimos fallando es en la conciencia individual de cada uno. Y me explico, y esto es lo que me trae de cabeza desde el principio de la cuarentena.
Aunque sabemos que no deberíamos hacer una serie de cosas, como son los desplazamientos innecesarios, o las reuniones de personas o, claro-y-en-botella, el no no quedarnos en casa, seguimos buscando esa laguna jurídica que nos permita hacer lo que a nosotros en el fondo más nos de la gana. Así es, ¿o no?.
Esto me disgusta, me entristece y me enfada. Y me quedo sin más que decir, porque aunque ahora intentara defender algunas posturas volvería a dejar este post sin terminar.
Allá cada uno con su conciencia.